Saludos de nuevo, Miss A. En esta ocasión quiero contarte algo muy personal que me ocurrió hace un par de días. Como bien sabes, estos últimos años con mi pareja no han sido fáciles. La verdad, ya no creo poder seguir con él. Pero tu sabes las razones por las que me detengo y pienso las cosas con calma. Sin embargo, no pude evitar cometer un desliz mental. Sí, te contaré para que puedas entender. Hace unos meses comencé a interactuar más con uno de mis compañeros de trabajo. La verdad él nunca me había parecido increíblemente atractivo, ya sabes, no es uno de esos que tienen ojos grises y cabello rubio, ni mucho menos un "sixpack" en el abdomen. No es feo, tiene su toque misterioso y "normal". Así que nunca me dio curiosidad por verle a la cara y mirarle los ojos. Además, sabes que nunca mezclo lo personal con lo laboral. Pero un día, había llegado al trabajo hecha una hostia. Tomás (su pareja) estuvo toda la mañana discutiendo y parloteando por una supuesta carta que yo tiré a la basura. Le expliqué muchas veces que no, pero ya sabes como es él. En fin, llegué llena de frustración al trabajo. En un momento dado, tropecé con Diego (su compañero), y como él es mucho más alto que yo y pesado, caí al piso redondita. Él me ayudó de inmediato, pidiendo mil disculpas. Pero en realidad fui yo la despistada. Me invitó una soda allí mismo, y con dudas acepté. Para cuando abrí los ojos, habían pasado 5 semanas, donde cada vez al almuerzo, nos sentábamos a comer y muchas veces con otros compañeros. A todas estas, yo nunca le hablé de mis problemas con Tomás. Pero creo que Diego lo notaba. Cada vez que podía me daba consejos, o me alentaba a salir con las chicas, y en pequeñas veces me decía que contara con él si necesitaba ayuda. Por primera vez, luego de tanto tiempo, me di la "oportunidad" de mirar bien a Diego. Me sentí mal luego de hacerlo, porque yo tengo pareja. Pero... me permití hacer algo diferente por primera vez, algo que me puso el corazón a cien. Los días pasaron y la relación entre Diego y yo se mantuvo en estricta amistad. Mientras que entre mi pareja y yo las cosas seguían empeorando. Una noche, justo cuando acababa de salir de la ducha, Tomás me tomó por sorpresa frente a nuestra habitación. No supe que hacer, porque siendo honesta, sólo mantenemos relaciones sexuales una vez a la semana, y a veces pasan dos. Hemos llegado a ese punto, donde él me busca para su placer, y yo... a mi ya no me hace falta. Porque estaba tan harta de repetírselo de todas las formas habidas y por haber, que ya dejé ese tema en el traste!! Pero bueno, como decía, Tomás me tomó por sorpresa. Y de repente, me besó. Primero suavecito, y luego sentí como su lengua arrasaba la mía. Me vi presa por la pasión que él demostraba. Y sin aviso me quitó la toalla para dejarme desnuda frente a él. Entonces pasó. Le mentí a la mente, le mentí a mis ojos, a mis oídos, a todo! Me imaginé que era Diego quién me tocaba y me besaba. Y no sabes como me puse. De pronto parecía una fiera. Hasta me avergüenzo de decirlo así, pero es la verdad. Lo agarré del cuello y lo tiré a la cama. Comencé a quitarle su ropa como una salvaje, pero no era a el quien en realidad deseaba hacer aquello. Terminamos desnudos, yo encima de mi pareja, y sin miramientos cabalgue sobre su polla como si se me fuera la vida en ello. Lo miraba, pero veía los ojos de Diego, su cuerpo imaginario, escuchaba su profunda voz pronunciar mi nombre. Movía mi cuerpo desquiciada de arriba para abajo y de al frente hacia atrás. Y luego de una sesión de treinta minutos tuve uno de los mejores orgasmos de mi vida. Me corrí gritando, a toda voz, y si no llego a morder mis labios a tiempo, gritaba el nombre de mi amante imaginario. Creo que a Tomas le estuvo bien extraño mi comportamiento, pero, el simplemente no dijo nada mas que un "oh Dios, mujer, que maravilla". Me siento culpable, por pensar en el cuerpo de otro, por sentir ese deseo prohibido. Y ahora vivo cada día con la piel en llamas, en especial cada vez que veo a Diego en el trabajo. Aun no he terminado con mi pareja, aun no he cruzado mas allá de la amistad que tengo con Diego. Y... no se que hacer. Me ayudas?
Como adultos, disfrutamos los placeres de la vida de distintas maneras. Ahora nos toca decidir si plasmar nuestras vivencias en letras, o almacenarlas en el cajón de los recuerdos.
viernes, 8 de noviembre de 2013
Por pensar en otro...
Saludos de nuevo, Miss A. En esta ocasión quiero contarte algo muy personal que me ocurrió hace un par de días. Como bien sabes, estos últimos años con mi pareja no han sido fáciles. La verdad, ya no creo poder seguir con él. Pero tu sabes las razones por las que me detengo y pienso las cosas con calma. Sin embargo, no pude evitar cometer un desliz mental. Sí, te contaré para que puedas entender. Hace unos meses comencé a interactuar más con uno de mis compañeros de trabajo. La verdad él nunca me había parecido increíblemente atractivo, ya sabes, no es uno de esos que tienen ojos grises y cabello rubio, ni mucho menos un "sixpack" en el abdomen. No es feo, tiene su toque misterioso y "normal". Así que nunca me dio curiosidad por verle a la cara y mirarle los ojos. Además, sabes que nunca mezclo lo personal con lo laboral. Pero un día, había llegado al trabajo hecha una hostia. Tomás (su pareja) estuvo toda la mañana discutiendo y parloteando por una supuesta carta que yo tiré a la basura. Le expliqué muchas veces que no, pero ya sabes como es él. En fin, llegué llena de frustración al trabajo. En un momento dado, tropecé con Diego (su compañero), y como él es mucho más alto que yo y pesado, caí al piso redondita. Él me ayudó de inmediato, pidiendo mil disculpas. Pero en realidad fui yo la despistada. Me invitó una soda allí mismo, y con dudas acepté. Para cuando abrí los ojos, habían pasado 5 semanas, donde cada vez al almuerzo, nos sentábamos a comer y muchas veces con otros compañeros. A todas estas, yo nunca le hablé de mis problemas con Tomás. Pero creo que Diego lo notaba. Cada vez que podía me daba consejos, o me alentaba a salir con las chicas, y en pequeñas veces me decía que contara con él si necesitaba ayuda. Por primera vez, luego de tanto tiempo, me di la "oportunidad" de mirar bien a Diego. Me sentí mal luego de hacerlo, porque yo tengo pareja. Pero... me permití hacer algo diferente por primera vez, algo que me puso el corazón a cien. Los días pasaron y la relación entre Diego y yo se mantuvo en estricta amistad. Mientras que entre mi pareja y yo las cosas seguían empeorando. Una noche, justo cuando acababa de salir de la ducha, Tomás me tomó por sorpresa frente a nuestra habitación. No supe que hacer, porque siendo honesta, sólo mantenemos relaciones sexuales una vez a la semana, y a veces pasan dos. Hemos llegado a ese punto, donde él me busca para su placer, y yo... a mi ya no me hace falta. Porque estaba tan harta de repetírselo de todas las formas habidas y por haber, que ya dejé ese tema en el traste!! Pero bueno, como decía, Tomás me tomó por sorpresa. Y de repente, me besó. Primero suavecito, y luego sentí como su lengua arrasaba la mía. Me vi presa por la pasión que él demostraba. Y sin aviso me quitó la toalla para dejarme desnuda frente a él. Entonces pasó. Le mentí a la mente, le mentí a mis ojos, a mis oídos, a todo! Me imaginé que era Diego quién me tocaba y me besaba. Y no sabes como me puse. De pronto parecía una fiera. Hasta me avergüenzo de decirlo así, pero es la verdad. Lo agarré del cuello y lo tiré a la cama. Comencé a quitarle su ropa como una salvaje, pero no era a el quien en realidad deseaba hacer aquello. Terminamos desnudos, yo encima de mi pareja, y sin miramientos cabalgue sobre su polla como si se me fuera la vida en ello. Lo miraba, pero veía los ojos de Diego, su cuerpo imaginario, escuchaba su profunda voz pronunciar mi nombre. Movía mi cuerpo desquiciada de arriba para abajo y de al frente hacia atrás. Y luego de una sesión de treinta minutos tuve uno de los mejores orgasmos de mi vida. Me corrí gritando, a toda voz, y si no llego a morder mis labios a tiempo, gritaba el nombre de mi amante imaginario. Creo que a Tomas le estuvo bien extraño mi comportamiento, pero, el simplemente no dijo nada mas que un "oh Dios, mujer, que maravilla". Me siento culpable, por pensar en el cuerpo de otro, por sentir ese deseo prohibido. Y ahora vivo cada día con la piel en llamas, en especial cada vez que veo a Diego en el trabajo. Aun no he terminado con mi pareja, aun no he cruzado mas allá de la amistad que tengo con Diego. Y... no se que hacer. Me ayudas?
martes, 5 de noviembre de 2013
Mi mente juega con placeres
Me despierto al sentir el suave tacto de tus dedos sobre mi vientre. Ellos se han convertido en los dueños de mi placer. Así como tu eres ya el dueño y señor de mis más profundos deseos. Me remuevo como serpiente, de un lado para el otro, al sentir como trazas círculos delicados. Mi boca deja escapar un gemido silencioso. Tu aprovechas el momento para introducir un dedo en mi boca. Juegas con mi lengua, mientras comienzas a bajar a ese laberinto secreto de placer. No quiero abrir mis ojos, porque no deseo despertar del todo. Ya me siento tuya, desde aquel momento en que posaste tus ojos en mí. Te deseo, como se desean el mar y la arena. Rozas sólo la punta de un dedo sobre mis húmedos pliegues. Abres mi flor con tanta devoción que mi espalda se arquea de placer. Estoy tan mojada, tan dispuesta para ti. Creo q lloro cuando por fin hundes dos dedos en mi sexo. Abro mi boca por completo mientras proclamo tu nombre. Me siento perdida, completamente tuya, para que hagas conmigo lo que desees. No paras de mover tus dedos en mi cavidad. Lo contraigo cada vez más fuerte para no perder ni un apice esa sensación. Tu mano libre decide jugar con mis pezones. Los pellizcas y los rodeas. Te suplico que no te detengas, que pronto mi liberación va a llegar. Tu boca se encuentra con la mía y nuestras lenguas comienzan a danzar. Siento mi cuerpo tan caliente, y mi piel desnuda grita extasiada. Un tercero me hace compañía. Empujas un poco más y todo el cosmos se cierne sobre mí. Mi cuerpo convulsiona entre las sábanas y tu mano, mientras ahogo mis gritos y gemidos en tu boca. Creo q no voy a parar. Puedo escuchar el choque de tus dedos bañados de miel contra mí. Respiro con tanta dificultad. Tus labios aún siguen con los míos, como si quisieras beber cada gota de placer que sale de mí. Te acercas a mi oído y me susurras un te amo. Comienzas a separar tus dedos de mi carne, con dolorosa lentitud. Y cuando al fin abro mis ojos para verte... sólo me encuentro con la misma pared de hace años. La misma habitación. La misma cama. Y el mismo cuerpo frío de mi acompañante...
Espero encontrarme de nuevo contigo, amado mío. Porque en mis sueños eres el dueño de mis deseos. Y en mi corazón te has tatuado como el hombre a quién amo.
Siempre tuya.
Miss A.