martes, 17 de diciembre de 2013

Madrugadas Calurosas

Otra noche más, sola como siempre. No me molesta la soledad, de hecho, se ha convertido mi amiga y compañera durante muchos años. Pero en las noches frías de diciembre, mi deseo por sentir el calor de un cuerpo varonil acrecienta. No me quejo, he decidido vivir la vida al máximo y disfrutar de los placeres de la vida por mí misma. Pero hay algo que no puede ser remplazado, ni con dinero ni materia.

Cubro mi delgado cuerpo con una manta gruesa. Me gusta dormir con la ventana abierta y sentir la brisa. Ruedo un par de veces hasta olvidar cuando me quedé dormida. Y es ahí, en la profundidad de los sueños, donde puedo ser libre para sentir el placer que he necesitado. Mi cuerpo se remueve entre las sabanas, y me despierto al sentir unas manos grandes y duras sobre mis hombros. Me tocan con delicadeza, contrastando su áspera piel con el suave vaivén de sus dedos sobre mi piel.

No apetezco abrir mis ojos. Si es un sueño lo voy a vivir a plenitud, dejando que mi mente juegue conmigo. Las manos del intruso bajan por mis pechos, tan solo rozando mis pezones sutilmente. De alguna forma, él sabe muy bien lo que me gusta. Siento la piel erizarse cuando continua su viaje hasta mi vientre. Se detiene, y comienzo a sentir su respiración sobre mi cuello. No pronuncia palabra alguna, pero sé que me desea, lo puedo sentir en su agitada respiración. Una de sus manos decide separar la manta que me cubre, muy lentamente, permitiendo acoplarme a la temperatura exterior. Siento el aire algo frío, pero el calor que emana del cuerpo del desconocido me abriga. Sus manos deciden juntarse para bailar sobre mi vientre. Continua su camino sobre la montaña, para luego, con un dedo, ir en picada hasta la superficie de mi cueva. Me siento tan excitada, que mis piernas las separo, deseando recibir mucho más de aquel hombre. De mi boca comienzan a salir gemidos, bajos y finos para lo que en realidad se merece.

Él sabe como complacerme. Estoy toda mojada para él, deseando recibir su más grande regalo mientras siento mi cavidad abrirse a los intrusos dedos que sumerge con destreza en mi interior. Mi mente se sofoca, levanto mis caderas un poco para pedirle más. Necesito la liberación. Con un ágil movimiento se coloca sobre mi cuerpo.

-         No abras tus ojos.

Su profunda y gruesa voz me hace obedecer sin vacilar. Mi corazón late fuerte y a estas alturas ardo en mi cama. Escucho un quejido rasgado de mi amante nocturno, y con sagrada devoción su empuñadura penetra en mi interior hasta arrancarme todo el aire de mis pulmones. Se abre paso con tanta precisión, clavo mis uñas a su espalda mientras resisto a su fuerte intrusión. Grito de placer, y mi voz se convierte en su acicate de ebullición. Puedo sentir como me desea, puedo saborear en mi boca sus besos apasionados, deseando absorber cada gota de mi cuerpo. Ya no hay espacio para el tiempo, ni siquiera pienso en la ventana abierta. Estoy entregada al más vivo de los deseos, al placer más sublime que existe.

Su miembro sale y entra sensual y decidido. Mi amante no se detiene de embestirme hasta no sentir como comienzo a contraerme. Y cuando estoy llegando a la cúspide de mi éxtasis, me aprieta fuerte contra su pecho mientras logro explotar en un magistral orgasmo junto a él.

Me parece que hasta el aire se ha detenido. Su pesado cuerpo se sostiene sobre sus brazos. Y con un casto beso en mis labios me susurra “volveré” al oído. Baja de mi cama antes solitaria, pero ahora testigo de mi lujuria. Abro mis ojos para ver el rostro del amante que me ha llevado al tope del placer, pero solo alcanzo a ver el destello de su cabello entre la oscuridad de la noche. Parece que me sonríe, pero solo fue algo pasajero antes de ver como desaparece brincando por la ventana. Recuesto mi cabeza en la almohada y suspiro una vez más antes de quedarme dormida otra vez.

Pero algo me inquieta y giro mi cabeza hasta la mesita de noche. Y para mi sorpresa, una nota escrita a lápiz, de caligrafía imponente brilla por los escasos rayos de luna que entran por la ventana.

“Espérame en las madrugadas, hermosa.
Yo complaceré tus deseos.”

2 comentarios: