La sonrisa no salia de sus labios. Aquel ultimo encuentro había dejado su cuerpo tibio y calmado. No solo encontró a quien esperaba, obtuvo un dulce regalo convertido en orgasmo.
La pantalla de su ordenador dejo de brillar. Salio desnuda de su habitación hacia la ducha, aun sintiendo su piel sensible. Recordó aquellas palabras: Olor a vainilla.... prefiero el olor de tu piel. Aquella voz imaginaria aun la acorralaba, la perseguían como las estrellas sobre el camino oscuro. Acaricio su vientre, dejando un camino, suave y seguro. Y volviendo a salir, envuelta en su camisón blanco transparente, reposo su delgado cuerpo sobre la cama.
Sus ojos se cerraron unos segundos, cuando sintió las manos de su amante. Ella lo reconocía. Lo deseaba desde la primera vez que cruzaron palabras, y no había lugar para marchar atrás. El había puesto las palabras correctas, en los lugares adecuados, como nadie lo había hecho antes. Con satisfacción se dio la vuelta, aun con sus ojos cerrados.
Besame...
Los labios de Anita buscaron con fervor a su amante misterioso. Deseaba darle lo que el ya le había dado, pasión y deseo. Quería demostrarle cuan real era ella, cuantos secretos llevaba en su corazón, como llamas incansables deseando ser liberadas, porque ella todavía tenia mucho que dar.
Pero abrió sus ojos, azorada y agitada. Se dio cuenta que apenas llevaba varios minutos durmiendo. Volvió a sonreír.
Si esto es así solo con sus palabras, que sera de mi si me tocara?
Besame...
Pero abrió sus ojos, azorada y agitada. Se dio cuenta que apenas llevaba varios minutos durmiendo. Volvió a sonreír.
Si esto es así solo con sus palabras, que sera de mi si me tocara?
Miss A.
Dando un cálido beso con sabor a fresas.
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